Cada tipo de vehículo sostenible tiene unas ventajas y unos inconvenientes, la clave está en entender la propia fisionomía y comportamiento típico de cada vehículo para comprender que lugar ocupa cada tipo de coche. El coche híbrido por su parte suele ser un vehículo que tiene cierta autonomía funcionando con algún tipo de energía eléctrica. Puede ser mediante la recarga de baterías en las frenadas o directamente con baterías recargables. Este último aspecto lo asemejaría a los clásicos eléctricos enchufables que cada vez vemos más por las carreteras.
Sin embargo, el híbrido no tiene autonomía total usando combustibles o energías renovables. Se trata de una parte del recorrido que puede ser realizada prescindiendo de la gasolina o el diésel. En una ciudad, por ejemplo, podría realizar los tramos a baja velocidad usando solo las baterías recargables. Como ves, esto no garantiza una independencia de los combustibles fósiles. Aún así, este sistema de dos tipos de energías es un avance que podría suponer importantes niveles de ahorro en la contaminación.
La principal crítica que se le hace a este modelo es que su parte autónoma es muy limitada. Apenas suele utilizarse para proveer de energía algunos trayectos cortos o, como hemos mencionado, trayectos dentro de poblado. Este defecto lo diferencia de los otros vehículos, aunque la autonomía también es un problema en los eléctricos enchufables.
A día de hoy, recargar un eléctrico ya no supone tanto problema en muchas ciudades. Sin embargo, en otras localidades no hay tantos dispositivos de carga o pueden pasar muchos kilómetros entre uno y otro. Esto limita mucho las opciones de utilizar estos vehículos en trayectos largos. En un recorrido de estas características, es posible que haya espacios donde no sea posible recargar. Si estos puntos de carga están muy espaciados, puede ser un riesgo para el coche, que podría quedarse totalmente sin energía. Esto es un caso puntual y anecdótico, pero los usuarios deben calcular muy bien sus paradas y recargas antes de comenzar una ruta. Una recarga requiere algo más de tiempo, por lo que se debe esperar un poco en cada parada. Esto no ocurre ni en los coches de gas ni en los híbridos, que se rellenan de combustible a la manera tradicional. Así, el eléctrico tiene la desventaja de que su autonomía depende a veces de factores externos.
Sin embargo, tanto los coches de gas como los eléctricos, tienen en común que ninguno utiliza combustibles fósiles como gasolina o diésel. El primero se alimenta de la red eléctrica y el coche de gas utiliza un tipo de combustible menos contaminante. Ambas son formas válidas de dejar de mirar constantemente las subidas de los combustibles habituales.
No obstante, el coche de gas y el coche eléctrico enchufable comparten un elemento: el uso de combustible. Si bien son opciones más limpias, al fin y al cabo ambas se alimentan de un líquido que luego desechan en parte por el tubo de escape. No es la imagen que tenemos en la cabeza cuando pensamos en energía 100% limpia. Se trata de una forma de apaciguar el problema, pero no del todo, porque los combustibles, las gasolineras y las compañías de extracción seguirán existiendo.
Como puedes ver, cada tipo de coche tiene unas virtudes y unas desventajas. Entre ellos también se parecen y se diferencian en algunos aspectos. Tenlo en cuenta y pásate al coche híbrido, de gas o eléctrico.